No hay mal que por bien no venga. Os queremos contar el origen de este refrán español que debería volver a decirse con una mayor frecuencia. No al pesimismo, ser optimistas 🙂
Huir de la desgracia y del pesimismo por una mala racha empieza desde el mismo momento que pronunciamos este refrán del castellano: No hay mal que por bien no venga. Este dicho desea transmitir una visión optimista de la realidad. Expresa que de una fatalidad o contrariedad se puede extraer algo bueno. Que a la larga, esa desgracia traerá buenas cosas.
Algo malo puede tener al final resultados favorables. Como se aprecia en algunos de los refranes que son sinónimos a este. Uno es muy literal, al romperse una pierna un individuo no pudo ir a una guerra en donde mataron a todos sus compañeros de armas: Si me quebré la pierna, quizá por mejor (citado en El Guzmán de Alfarache IV 73; de Mateo Alemán). También es refrán sinónimo y que aparece antes en otra obra de la literatura española, La Celestina: Si me quebré el pie, fue por bien…
No hay mal 🙁 que por bien 🙂 no venga… «himno» de los optimistas
Y en 1630, el refrán aparece como título de una obra de Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza. La comedia No hay mal que por bien no venga de Alarcón llegaría a ser muy famosa en su tiempo (Siglo de Oro) y no hizo otra cosa que aumentar la popularidad de un dicho que ya se usaba mucho.
Según el Instituto Cervantes, en España se sigue utilizando con una frecuencia media-alta. Quizás deba usarse más para hacer como dice un refrán primo hermano de éste: «Al mal tiempo buena cara» 🙂 😉