Un evento internacional que pareció concebido para el disfrute de las élites sociales de finales del siglo XIX se convertiría en el mayor acontecimiento de participación popular a nivel mundial. Los Juegos actuales nacen de ese verano en Atenas de 1896 cuando el Barón Pierre de Coubertin, consiguió revivir los antiguos Juegos Olímpicos convenciendo a las principales potencias mundiales de la época. Coubertin era un aristócrata francés pero también una persona interesada en la pedagogía y en la capacidad formativa del deporte. Promovía un activismo por la enseñanza y la formación de la juventud a través de la práctica deportiva.
Al principio su idea provocó el recelo de líderes mundiales como el káiser Guillermo II y de su rival europeo más internacional, el Reino Unido. Una reunión internacional para competir deportivamente en búsqueda de una victoria se asemejaba a una batalla sin armas en un contexto belicista tan marcado en esa época. Algo que podría haber aumentado la tensión entre los países rivales en geopolítica. Finalmente, el noble francés y sus seguidores consiguieron darle la vuelta a ese prejuicio significando a las Olimpiadas modernas como el mismo encuentro de paz que se realizaba entre las antiguas ciudades griegas.
El origen de los Juegos Olímpicos
Así era, un encuentro de PAZ, en la Antigüedad los juegos deportivos que se celebraban entre las ciudades-estados en un periodo obligado de tregua. Las guerras se paraban o se intentaban solventar con acuerdos diplomáticos. También se aseguraba que los atletas de cada región pudieran viajar sin ser atacados, al imponerse esa «tregua sagrada». De esta manera, el Barón Pierre de Coubertin y los muchos países que defendieron su idea pretendieron con esta iniciativa heredar ese antiguo espíritu. Un espíritu deportivo como medio para la paz y la concordia. Un objetivo que en esta era contemporánea intentamos replicar con los Juegos actuales.
Entre otras herencias recogidas de la tradición olímpica iniciada en la antigua Grecia, en lo que ahora se conoce como los Juegos Olímpicos modernos, tendríamos su periodicidad. Como en la Antigüedad se celebra cada olimpiada pasando cuatro años entre una y otra. Solamente las guerras mundiales trastocaron esa periodicidad y recientemente por culpa de la pandemia de Covid-19 la última de Tokio se celebró en 2021 en lugar de 2020,
También se ha conservado la solemnidad casi sagrada de los antiguos griegos con el encendido de la «Antorcha Olímpica», que era la antorcha que debía permanecer encendida durante esa obligada tregua. Tal y como ocurrirá el 26 de julio de 2024 en los Juegos Olímpicos de París.
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