Náufragos célebres, los más conocidos en la literatura o la historia
El náufrago más célebre es Robinson Crusoe. Un personaje literario, de la novela más conocida del escritor inglés del siglo XVIII, Daniel Dafoe. Su aventura ha creado un imaginario universal de lo que debe ser un náufrago.
Crusoe es un personaje de ficción que ha inspirado a otros, sobre todo en series de televisión y películas. Un ejemplo conocido es laprotagonizada por Tom Hanks en el 2000 y dirigida por Robert Zemeckis. Aunque quizás sepa que el mismo Robinson Crusoe, náufrago de ficción por excelencia, está basado en un hecho real.
No se puede explicar de otra forma que la novela de Dafoe sea tan explícita y detallada sobre una experiencia tan dramática, si no es describiendo la experiencia de alguien que haya sido náufrago.
Robinson Crusoe está inspirado en las historias de dos náufragos que le llegaron a Daniel Dafoe como documentación para su obra. Una fue de manera directa, de un contemporáneo suyo, el náufrago escocés, Alexander Selkirk. Este hombre pasó más de cuatro años en una isla desierta del archipiélago Juan Fernández, frente a las costas chilenas. Esa isla lleva su nombre ahora. Otra isla vecina se llamó Robinson Crusoe, en honor al personaje literario universal inspirado en Selkirk.
Los náufragos históricos que inspiraron el personaje de Robinson Crusoe
El otro foco de inspiración sería la historia de un legendario náufrago español, el capitán Pedro Serrano. Logró sobrevivir ¡ocho años!, en un bancal de arena del Caribe hasta su rescate en 1534. Convertido durante siglos en leyenda por su aventura, su historia llega a principios del siglo XVIII, época de Dafoe.
En los últimos tiempos se han dado casos de náufragos que son muestras de supervivencias increíbles. No confundir naufragio con náufrago. Un naufragio de un barco puede resultar tan catastrófico que no existan supervivientes; es decir, náufragos.
Un náufrago puede ser también alguien perdido en el mar pero que no viajaba en un barco o perdido en un paraje inhóspito, como un desierto o una cadena montañosa, véanse los tripulantes y viajeros de aviones que sufren un accidente.
Entre los casos más célebres de náufragos fuera del mar están los supervivientes de los Andes. «¡Viven!», fue el libro que recogió el relato en primera persona, con testimonios recogidos por el periodista Piers Paul Read de los sobrevivientes del accidente aéreo en los Andes del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya que salió de Montevideo el 13 de octubre de 1972.
Náufragos célebres que no navegaban por el mar
Lo más célebre en la historia de estos náufragos de montaña fue tener que «hacerse» caníbales y comer carne de los fallecidos para lograr sobrevivir los casi tres meses perdidos en una cima montañosa de los Andes.
“ Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre” En el caso de náufragos perdidos en un océano se hizo célebre la historia de Luis Alejandro Velasco. Fue gracias al gran escritor, Gabriel García Márquez, que realizó un reportaje periodístico por entregas para El Espectador de Bogotá en 1955. Editado en 1970 como libro, su título completo sirve de resumen perfecto de la peripecia vital de este náufrago…
Un año largo perdido en el Pacífico
Muy reciente es el caso del náufrago José Salvador Alvarenga, que en enero de 2014 apareció en las Islas Marshall tras permanecer 14 meses a la deriva en el Océano Pacífico. Su experiencia de náufrago ha sido puesta en entredicho por algunos, que no pueden creer su versión de sobrevivir más de un año comiendo tortugas y bebiendo su propio orín.
Las acusaciones más graves son las que sospechan haber recurrido a la antropofagia con el cadáver de su joven compañero, fallecido a las pocas semanas de perder el rumbo. En cambio, en su país, El Salvador, es considerado un héroe como ejemplo de superación personal tras su proeza de sobrevivir año y dos meses desde las costas de Chiapas, México, hasta el atolón de Ebon (Islas Marshall).
En definitiva, sea cual sea la experiencia del náufrago, su lucha por la vida es como una metáfora de la capacidad innata de supervivencia de la especie humana