Aunque aparece en varios textos clásicos de la Literatura española, como don Quijote (1605) o El Lazarillo de Tormes (1554), este refrán es de origen popular. De tradición oral su uso es centenario, pues se sigue empleando actualmente. No se ha perdido en el habla de hoy, además es conocido generalmente en las diversas lenguas españolas (América y la península Ibérica)
Este dicho con cierta carga didáctica no solamente habla del «porvenir» positivo, que a todo el que se levante pronto por la mañana le irá bien el día. También trata del sentido del esfuerzo. La vida se presentará mejor para los emprendedores y que toman la iniciativa. Todo aquel que busque completar una meta, lo tendrá más fácil si no es perezoso y comienza pronto a esforzarse en alcanzarla.
Ser «madrugador» sinónimo de diligente para tener éxito en lo que se proponga. En el don Quijote de Miguel de Cervantes aparece una frase similar, pero que significa y contiene la misma idea. El dicho aparece en el segundo capítulo del célebre libro: «El que no madruga con el sol no goza del día». Otra manera de decir la necesidad de madrugar para aprovechar de verdad la jornada.
Pero como otros muchos refranes, éste también tiene su antagonista. A este refrán se puede contraponer otro que diría que «no por mucho madrugar amanece más temprano». Será la versión «negativa» o pesimista de la idea esencial, un dicho que vendrá bien a los resignados con su suerte. Algo así como decir que por mucho esforzarse en algo no existen garantías de éxito.
Este refrán conoce varias adiciones a modo de réplica: A quien madruga, Dios le ayuda, si se levanta con buen pie / Uno que madrugó un duró se encontró; pero más madrugó el que lo perdió… / Un costal encontró el que madrugó; pero más madrugó el que lo perdió…