Resulta complicado pronunciar en español: oftalmología. Hasta solemos escribir mal la palabra y el corrector de castellano de nuestros programas de escritura no sabe corregirla. Por eso no es extraño que la esquivemos a toda costa y digamos voy al óptico o a mirarme los ojos. Incluso, en el terreno profesional los ópticos, vendedores y fabricantes de gafas, acaban sustituyendo al oftalmólogo en la atención de la salud de nuestra vista. Y, peor aún, los ópticos son confundidos con oftalmólogos y, desde luego, no son lo mismo. La oftalmología es una de las disciplinas médicas más antiguas. Veamos, nunca mejor dicho, una breve historia de ella y de las primeras gafas que usamos
Origen de las gafas, algo más que unos «vidrios»
Las primeras gafas, los anteojos de lentes de aumento
Desde el Código de Hammurabi, el Antiguo Egipto hasta la Antigua India, los médicos griegos de la Antigüedad y los sabios judíos de la Edad Media…
Es evidente que la capacidad de la vista es algo imprescindible para el ser humano. Asunto vital que preocupó desde tiempos remotos. Documentado está la mención en el Código de Hammurabi en la Antigua Mesopotamia a las operaciones de cataratas, donde se premiaba o castigaba al cirujano que salvaba o no el ojo tratado. También existen los escritos del cirujano hindú Suśruta, entre los siglos III y IV de nuestra era. En ellos se describen utensilios y técnicas oftalmológicas con detalle. Los egipcios no tienen la fama de los romanos en inventiva, algo injusto, pues también es el Antiguo Egipto donde se dan los primeros tratados de óptica, con el uso de «lentes» que eran minerales cristalizados para protegerse del fuerte sol del desierto.
Un cirujano del Antiguo Egipto operando de cataratas
Además, el papiro de Ebers (1.300 a.C.) contiene una descripción de enfermedades de los ojos muy completa para la época. Se recomendaba el uso de «colirios» para la higiene ocular. En la Grecia clásica se avanza en el estudio de la anatomía ocular, diseccionando ojos de animales. Pero no se pasa de la operación de cataratas, con el mismo nivel de éxito relativo de los egipcios. En la Edad Media destacan los médicos judíos que conocían los tratados médicos orientales frente a los más rudimentarios cristianos. Las primeras gafas similares a las usadas hoy surgen en la Italia del siglo XIII, atribuidas a Salvino D’Armate, un incipiente burgués florentino, del que sólo sabemos que en un epitafio se le nombraba como inventor de las gafas.
El origen de las gafas, el inventor desconocido de las primera gafas
Es muy complicado atribuir el invento de los anteojos a una determinada persona. Lo que sí parece demostrado es que la industria vidriera de Murano (Venecia) facilitó, con sus depuradas y avanzadas técnicas de trabajo del cristal, la fabricación de lentes para anteojos. Se puede documentar que el uso de las gafas comienza a ser habitual y se exporta al resto de Europa desde esa región veneciana, convirtiéndose en un objeto de «semi-lujo» y de prestigio social. De hablar de alguien determinante para relacionar la medicina ocular (oftalmología) con la óptica, este personaje sería Roger Bacon; franciscano inglés del siglo XIII que escribió el tratado más completo de «lentes de aumento».
En el siglo XVIII se progresa en la tecnología óptica, con la invención del microscopio y del telescopio. El uso de lentes de aumento se «populariza» para las vistas cansadas; y con el invento en 1850 del oftalmoscopio por el Dr. Helmholtz, que permitía ver el ojo y sus enfermedades sin tener que «diseccionar», se pusieron las bases de la moderna oftalmología, que con el apoyo de la óptica, nos facilitan y corrigen la visión con las actuales gafas. Lentes que sirven para corregir todo tipo de problemas oculares: miopía, hipermetropía, astigmatismo, la presbicia…