¿Qué destello surgió en el ser humano para comprender que ciertos sonidos, acompañados por movimientos(danzas), suponían un beneficio para su mente y cuerpo? La pregunta se las trae. Que la música amansa a las fieras, que la música es sanadora de espíritus enfermos o que la música es poesía del alma, no ayudan mucho a obtener una “respuesta científica”. Será la arqueología quien mejor nos eche una mano para encontrar los primeros indicios de ‘arte musical’
El origen de la música
La caza y la guerra, dos actividades humanas poco serenas estarían en el origen de la música. ¿Recuerdan que es una azagaya? Ese arma en forma de jabalina terminada en una punta de asta de cérvido con un propulsor, que era el “Kalashnikov” de la Prehistoria. Pues la azagaya, al ser lanzada con el propulsor, producía un sonido que quedaba íntimamente relacionado en la mente de los cazadores, sonido que trasladarían a sus ritos previos a la cacería o de celebración de lo cazado.
A los instrumentos de percusión más primitivos, golpear un tronco con una piedra, se le fueron añadiendo herramientas que producían otros sonidos, al batir el aire, más “sofisticados”, como la mencionada azagaya y, más adelante, los arcos (instrumentos de cuerda), armas empleadas por todos los grupos prehistóricos tardíos y después por todas las civilizaciones del planeta (curioso, ¿verdad?).
Tambores de guerra
Antes de continuar, advertir que existe un gran debate sobre el origen de la música. Para algunos estudiosos, no es razonable hablar de música y arte musical hasta que el ser humano “escribe” música. Es decir, hasta que la compone y domina como expresión. En cambio, desde la perspectiva de la antropología, la etnología musical, el origen de la música está ligado en esencia a la condición humana y al uso del lenguaje (cantos primitivos).
Una función práctica, que no artística, de la música fue el ahuyentar con monocordes sonidos a los depredadores que acechaban a los grupos humanos primitivos. Golpear troncos huecos, piedras o huesos contra huesos asustaban a las bestias. Ese «útil» se trasladó a la guerra. Se supone que se aplicaría en las primitivas guerras de clanes, donde además de los gritos de los guerreros se sumarían esos sonidos contundentes provocados al golpear esas herramientas. El grupo que provocaba más miedo en medio del combate solía tener más éxito en el campo de batalla. Con los siglos, ese caótico ruido derivó en el sonido de los tambores de guerra. Una vez dominado el curtido de pieles, los tambores acompañaron a los ejércitos desde la Antigüedad hasta bien entrado el siglo XX.
El origen de la música: La música como otra forma de expresión humana
Supongo que la relación de la música con el amor no les resulta extraña. Darwin, el de la evolución de las especies, expuso la teoría de que el ser humano comenzaría a cantar y hacer música para “hacer el amor”. Es decir, igual que algunos pájaros y otras especies cantan para atraer a la hembra.
Los ‘cantos amorosos’ se pueden documentar a lo largo de la historia de la humanidad y el tema del amor sigue siendo de los más musicados y cantados en nuestros días.
En definitiva, el origen de la música habría que situarlo en el afán expresivo y comunicador del hombre y de la mujer; además, en su constante interacción con la naturaleza y el mundo que le rodea. En casi todas las culturas se pensó que la música era un “regalo de los dioses”.
Música desde los sentidos más atávicos
Lo que comenzaría como imitación de los sonidos de la naturaleza, de dioses y espíritus de la naturaleza, acabó como una forma de expresión (musical), un lenguaje para comunicarse con estos entes superiores. Una época de avance y desarrollo del arte musical fue la de la consolidación y expansión del cristianismo. La música religiosa, como otras artes, contribuyó a su desarrollo.
Y en verdad, algo de divino tiene la música, pues escuchando las composiciones de los grandes de la música clásica o las melodías de los distintos géneros musicales (blues, jazz, rock, pop, funk, hip hop, punk...), notamos otra de las características esenciales de la música: interaccionar con el “mundo interior” del ser humano.
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