Ponerse las botas, un origen muy de «nadar en abundancia»
En la Antigüedad todos íbamos en sandalias. Calzado que muchas ves era muy modesto (pobre) y que cubría poco más que las plantas de los pies. Llegada la Edad Media los que contaban con más recursos, los ricos, comenzaron a exigir a los artesanos zapateros un mejor calzado que les resguardase del frío y la humedad.
Así nacieron las botas, zapatos altos que solamente podían permitirse los que tenían abundantes recursos. Como el cuero, material que en los inicios de las zapaterías era exclusivo para los nobles o adinerados burgueses, las clases más altas y pudientes que lo podían hacer para fabricar sus botas.
De esta manera, el origen de este dicho popular en español estaría en la creación de ese calzado, las botas. Como únicamente podían tener botas y ponérselas los más ricos, se convirtió en una referencia a poseer cosas en abundancia o como sinónimo de haber comido mucho.
También la frase indicaba un acto propio de un tipo de persona, se asoció a los caballeros o importantes militares que «se ponían las botas» para comenzar su jornada. Estos hombres iban calzados con sus botas y así sus pies estaban bien resguardados del frío. Con las botas se salvaban del barro y de la suciedad de los caminos, eran un rasgo de distinción y poderío económico. En sus castillos y villas eran los que mejor comían, teniendo banquetes para «ponerse las botas».
Sin embargo, los campesinos y siervos, la mayoría del pueblo llano sin tantos recursos debía seguir usando como calzado unas alpargatas, las clásicas sandalias o unos sencillos zapatos. Por eso, cuando se conseguía más comida o mayores recursos era «ponerse las botas»…