Imagen vista en un blog de dos profesoras de lengua |
San Jorge, la leyenda que hace regalar un libro y una rosa en el Día del Libro
Había una vez un reino ni muy lejano ni muy cercano,
con un rey bondadoso y campechano.
Tenía una hija, joven y bella,
como una rosa de primavera.
Trabajaban los agricultores abundantes cosechas
y los artesanos hermosos objetos que a todos gustaban.
La felicidad del reino sería cosa hecha,
sino fuese por un malvado dragón que acecha.
Con su fuego la aldea, la cosecha, quemaba y devoraba
todo el ganado, que a su paso encontraba.
Se divertía soplando su ardiente aliento
y al agua de los ríos así hirviendo,
vacío de peces dejaba.
El reino con el sacrificio de todos próspero es de reconocer,
por eso el rey pensó que un sacrificio más su pueblo podía hacer.
Ordenó celebrar un sorteo mensual, donde seleccionar
a uno de sus súbitos que el dragón debía devorar.
De esta manera, la bestia malvada,
calmaría su deseo de destrucción indiscriminada.
El rey puso severas reglas al sorteado
y todos podrían ser el sacrificado,
incluso su querida hija y su esposa amada.
En su orgullo real llegó a pensar
que nunca tendría tan mal pesar,
pero no a más de tardar
en tres meses tocó sacrificar
a la princesa bella sin remediar.
Día del Libro y San Jorge
Desolado y enojado, el rey a punto estuvo de anular su propia ley,
aunque su gran sentido de la justicia eso evitó.
Quiso ponerse en el lugar de su hija,
pero los consejeros reales le recordaron su responsabilidad de gobierno.
Solemne, en un discurso comunicó a su pueblo que aceptaba el sacrificio de su hija.
Conmovidos y admirados por el honor de su rey,
muchos fueron los que se presentaron voluntarios
para ir a la guarida del dragón en lugar de la princesa.
Sin embargo, el rey cumplió su palabra
y su hija tuvo que partir, sola y asustada,
camino de una muerte segura.
La princesa, el caballero y el dragón
La princesa no tenía prisa alguna,
sabía que el dragón la devoraría enseguida.
Iba despacio, deteniéndose a contemplar la belleza del paisaje.
A cantar con sus amigos los pájaros, a jugar con las ardillas.
Cuando ya quedaba poco para llegar a la cueva del dragón,
la princesa contó su triste historia con una dulce canción.
Un joven caballero montado en un caballo blanco,
que por allí cerca pasaba marchando a una guerra lejana,
quedó enamorado de esa voz que tan triste cuento cantaba.
De entre unos arbustos salió y a la princesa asustó;
“no temáis hermosa dama, que el destino ha traído a vuestro salvador”.
Bajó del caballo y una cinta del pelo de la princesa tomó.
“Jorge es mi nombre, esperad aquí a que esta prenda os devuelva”.
El caballero partió por el camino oscuro
que a la guarida del gigante reptil conducía.
El dragón ajeno dormía,
pero despertó al olor del valiente caballero.
La batalla comenzó y de una galopada veloz el caballero hasta el corazón del dragón llegó.
Sin dudar, su lanza clavó y el malvado dragón allí muerto quedó.
Mucha sangre brotó de la herida mortal, que en el suelo en rosal se convirtió.
Rosas rojas florecieron sin cesar, que el caballero cortó y a la princesa regaló.
Era un 23 de abril de un año ni muy lejano ni muy cercano, desde entonces es San Jorge o Sant Jordi en catalán y a tu amada una rosa debes regalar, recordando que del dragón nos debemos librar. Librar con un libro, leyendo también se ganan batallas. Esta leyenda de San Jorge coincide con el Día del Libro; por eso, un libro una rosa.¡Feliz San Jorge! ¡Feliz Día del Libro!