Conozcamos en IkonoMultimedia una breve historia del origen tan ingenioso del bolígrafo que nos permite escribir sin ensuciar las hojas con la tinta. Antes era un suplicio ir al colegio y tener que extremar el cuidado para que tu pluma estilográfica no llenase de borrones tus trabajos. Había que aprender a escribir, tarea difícil y, encima, había que aprender a usar el tintero, secador y pluma…
Orígenes y primeros intentos
Aunque el bolígrafo se popularizó en el siglo XX, teniendo una difusión exitosa un modelo similar al actual, sus orígenes se remontan al siglo XIX. En 1888, John J. Loud patentó una estilográfica que puede considerarse precursora del bolígrafo. Se trataba de un cilindro con una semiesfera en un extremo para marcar sobre superficies ásperas, quedando los trazos «destacados·» Pero a la larga, este diseño no tuvo éxito comercial.
Así, el verdadero éxito comercial llegó con un desarrollo de esa idea del «cilindro con bola» en la década de 1930. Un avance y mejora del diseño cuando los hermanos húngaros László y György Bíró crearon un «lápiz estilográfico» que sentó las bases del actual bolígrafo funcional y práctico. Sería László, que era periodista, quien observó en su trabajo que la tinta de imprenta se secaba rápidamente y quiso aplicar ese principio a un instrumento de escritura.
De esta manera, junto a su hermano György que era químico, crearon un bolígrafo con tinta a base de aceite y una bola de acero que controlaba el flujo de tinta. Los hermanos Bíró combinaron la idea del periodista de un diseño para contener la tinta sin fugas y los conocimientos del químico para hacer de ese tinte menos fluido. Este diseño fue patentado en 1938.
El partido de fútbol que estuvo detrás del origen del bolígrafo
Como hemos contado, László József Bíró era un periodista húngaro amargado como todos los que tenían el oficio de escribir por los problemas de las plumas estilográficas: manchas de tinta, atascos y la necesidad constante de recargar. Buscando una solución, la primera inspiración le vino observando cómo la tinta de imprenta se secaba rápidamente. Así, comenzó a idear la forma de aplicar esa faceta de la tinta impresa a un instrumento de escritura manual.
Una segunda inspiración llegó hasta la mente de László J. Bíró cuando observó en un parque que seguía mojado tras la lluvia a unos niños jugar a la pelota. Al ver que la pelota rodaba sobre una superficie embarrada, dejando un rastro de líquido, se dio cuenta de que este principio podía aplicarse a un objeto similar a una estilográfica. Nacía el bolígrafo.
El primer bolígrafo «Birome» y el legado de los Bíró
En 1938, los hermanos Bíró patentaron su invento, al que llamaron «Birome», un acrónimo de sus apellidos. Este primer bolígrafo utilizaba una bola de acero que giraba en un encaje y permitía que la tinta fluyera de manera uniforme sobre el papel.
Aunque los hermanos Bíró no fueron los primeros en acercarse a crear un artilugio similar al bolígrafo, desde luego su invención fue la que consolidó los patrones bases para el bolígrafo moderno que conocemos hoy en día. Su diseño innovador y su enfoque en la practicidad y la durabilidad revolucionaron la escritura. Siendo este objeto al que se acabó llamado bolígrafo por las aportaciones de otro «inventor», el empresario francés Marcel Bich, una herramienta indispensable en todo el mundo.
La mítica marca BIC de bolígrafos
En la década de 1950, el empresario francés Marcel Bich revolucionó el mercado al lanzar un bolígrafo de bajo costo y alta calidad. Su modelo, el primigenio conocido como BIC Cristal, se convirtió en un éxito mundial y contribuyó a la popularización del bolígrafo como instrumento de escritura accesible para todos.
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