Origen del frigorífico
Los inicios de la conservación de alimentos a base de refrigeración o de otros métodos son mucho más remotos en el tiempo de lo que parece. Antes de la invención del frigorífico eléctrico el ser humano usaría métodos naturales para conservar la comida del día a día, como almacenarlos en lugares frescos o bajo tierra. Tener alimentos en buen estado era primordial para la supervivencia de cualquier comunidad nómada o de una población asentada.
Por eso las primeras ideas irían desde el almacenamiento de alimentos en lugares con sombra fresca y humedad como las cuevas, hasta el depositarlos en recipientes adecuados dentro de pozos o ríos. Se trataba de aprovechar las bajas temperaturas de estos entornos.
Además, pronto se comprobó las propiedades conservadoras del hielo y de la nieve. Una manera evidente de enfriar los alimentos y preservarlos. Un ejemplo del uso del hielo lo tenemos en la antigua Roma, donde se transportaba el hielo desde las montañas para usarlo en la conservación de los alimentos más perecederos.
Para el origen del frigorífico tal y como lo conocemos hoy debemos viajar hasta el siglo XIX que se «inventa» la electricidad. Aunque existe un importante precedente en 1803 ideado para tener un espacio manejable en las casas donde almacenar el hielo. El estadounidense Thomas Moore inventaría una primera nevera basada en un armario que lograba enfriar gracias a la mezcla de hielo y sal.
Pero el modelo de frigorífico de Moore no era más que un «cajón» grande con hielo y sal, donde almacenar la comida con menos aguante. Es decir, antes de los proyectos de neveras pensados para la electricidad tendríamos en el origen del frigorífico algunos precedentes interesantes en los «inventos mecánicos»:
Un tal Jacob Perkins tiene como dato histórico la primera patente de algo similar a un refrigerador mecánico en 1834. Este artilugio utilizaba amoníaco como refrigerante y era bastante aparatoso y lo que es peor, muy peligroso.
John Gorrie fue un médico estadounidense que a mediados del siglo XIX desarrolló un refrigerador para tratar a pacientes con fiebre amarilla. Este «experimento» serviría para siguientes proyectos enfocados en conseguir una nevera para alimentos. Su invento utilizaba aire comprimido para producir frío y era más seguro que otros proyectos de refrigeradores anteriores, como el mencionado con «amoniaco de Perkins«.
El frigorífico eléctrico
A principios del siglo XX un inventor e ingeniero llamado Fred W. Wolf construyó el primer frigorífico eléctrico doméstico en 1913. Este aparato consistía en una unidad de refrigeración a base de resistencias eléctricas, dispuestas en un cajón-nevera. Resultó un prototipo bastante grande y costoso, pero debemos otorgarle el dato histórico de ser el primer frigorífico eléctrico (con similar tecnología a la actual) .
Florence Parpart fue una inventora estadounidense, una mujer preocupada en facilitar el trabajo doméstico que obtuvo en 1914 la patente de una nevera eléctrica mejorada. Lo más importante de su modelo es que se convertiría en el prototipo de los frigoríficos modernos.
A mediados del siglo XX comenzó una evolución y popularización de los frigoríficos eléctricos. Pasaron a ser electrodomésticos mucho más eficientes, compactos y, sobre todo, asequibles para todos los bolsillos. Eso permitió una rápida difusión en todos los hogares, dejando de ser un «lujo» permitido solamente a unos pocos.
En estos últimos años los frigoríficos han sido de los electrodomésticos con más innovaciones. Los frigoríficos han incorporado nuevas tecnologías relacionadas con Internet, por ejemplo, enlazando su uso a los teléfonos o a las casas inteligentes (domótica). Incluso han ido más allá de sus primeras características de conservación alimentaria, introduciendo un congelador independiente, el dispensador de agua y hielo o los prácticos sistemas de descongelación automática.
Si deseas textos de calidad para la web de tu tienda o negocio no dejes de pinchar sobre el icono de las pinturas rupestres. Gracias por tu interés ♥