Reseña del libro ‘La humanidad en crisis. Diagnóstico y tratamiento’, de Juan San Luis

‘La humanidad en crisis. Diagnóstico y tratamiento’, de Juan San Luis

Leer La humanidad en crisis no fue como sentarme con un libro, sino como sentarme frente a un espejo que me devolvía una imagen incómoda. Lo abrí por curiosidad, esperando encontrar el típico ensayo sobre el mundo actual, con datos, citas y un cierto pesimismo controlado. Pero no. Lo que encontré fue algo mucho más profundo. Más inquietante, incluso. Una especie de diagnóstico del alma humana colectiva. Una carta urgente, escrita con el pulso sereno de quien ha entendido que no hay tiempo que perder…


 No sabría definirlo con una sola palabra. No es solo un libro de ensayo, tampoco un manifiesto. Es más bien un viaje. Un viaje hacia dentro, hacia los rincones que solemos evitar, esos donde nos preguntamos por qué, para qué, hasta cuándo. Me sorprendió el enfoque, porque lejos de cargar las tintas sobre la política, la economía o el cambio climático —aunque están presentes y bien argumentados—, el autor vuelve una y otra vez al centro: el ser humano y su desconexión con lo esencial.

Lo que más me tocó fue cómo el libro plantea que hemos perdido la brújula. No solo a nivel global, sino personal. Que corremos, producimos, acumulamos, pero que cada vez nos entendemos menos, nos escuchamos menos, nos sentimos menos. Y eso no se dice con tono de reproche, sino con una tristeza lúcida. Como quien ha visto que algo se está desmoronando, pero aún tiene la esperanza de que se puede reconstruir. Desde otro lugar.

Hay capítulos que me hicieron cerrar el libro unos minutos. No por su dificultad, sino por su intensidad. Por ejemplo, cuando se habla del dolor existencial, del vacío, de la ansiedad que sentimos sin saber muy bien por qué. O cuando se describe el silencio interior como una medicina olvidada. Me di cuenta de cuánto ruido arrastro encima cada día. De cuánto distraigo para no sentir. De cómo muchas de las decisiones que tomamos como sociedad nacen de ese mismo ruido.

Lo interesante es que no es un libro depresivo. Hay crítica, sí. Pero no es un ataque, es una invitación. Una invitación a parar, a revisar nuestras ideas sobre el éxito, el poder, la libertad. Y eso me pareció valiente. Porque el autor se mete en temas que muchos consideran blandos —la espiritualidad, la ética, la compasión— y los trata con rigor y sin cursilerías. No te habla desde arriba, te habla desde un lugar muy humano. Consciente. Y eso se nota.

Un fragmento del Guernica, un fragmento de la humanidad en crisis

Crisis es oportunidad de cambiar, el ser humano como «oportunidad»

Quizá no sea un libro para todo el mundo. Hay quien puede sentir que es demasiado introspectivo, que no da respuestas rápidas. Y es cierto. No pretende hacerlo. Este no es un texto para consumir, es para digerir. Para quedarse con él un tiempo, dejar que sus ideas te trabajen por dentro. Yo lo leí en silencio, en trozos, subrayando frases que me removieron. Y aún ahora, días después, me descubro repensando algunas de esas páginas.

Lo que más valoro es que no ofrece salvaciones. No hay promesas de redención si sigues ciertos pasos. Lo que hay es una mirada compleja, real, que reconoce que estamos mal, pero que también recuerda que la semilla del cambio no está tan lejos. Que quizá el primer paso no sea cambiar el mundo, sino cambiar la forma en la que lo miramos. En la que nos miramos. Y aunque eso suene pequeño, en realidad es enorme.

Al final, cerré el libro con una sensación extraña. Ni alivio ni desesperación. Algo más parecido a la lucidez. Como si, de pronto, tuviera menos certezas y más preguntas. Pero preguntas buenas. Preguntas que te hacen parar en seco. Que te desinstalan. Y en estos tiempos, en los que todo parece diseñado para mantenernos en la superficie, que un libro te lleve a las profundidades ya es un logro enorme.

¿Lo recomendaría? Sí. Pero no como quien recomienda una película entretenida o un texto para pasar el rato. Lo recomendaría como quien comparte un mensaje importante, que vale la pena escuchar aunque incomode. Porque, si algo consigue este libro, es recordarnos que aún estamos a tiempo. Pero solo si tenemos el valor de mirar de frente, sin distracciones, sin excusas, sin adornos.


Y quizá, solo quizá, empezar de nuevo. Quizás con otros ojos, tal vez con otro ritmo, pero sobre todo con más verdad…


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