
Este dicho popular o refrán en español tiene remotos orígenes en la Edad Media. Se consolidó su uso cuando los agentes del orden vestidos con casaca verde, los policías que originaron el dicho, actuaron en toda España desde el reinado de los Reyes Católicos
Imaginad que estáis atravesando un puente de piedra con vuestra carreta de comerciante una mañana primaveral de 1492 . El agua baja por el río con fuerza por el deshielo y los primeros insectos de un cercano verano se acercan a la mercancía de frutas y verduras que transportas al mercado de la villa. En el extremo opuesto ves una figura embozada y piensas que se trata del guardia del puente. Al llegar a su altura, otra figura escondida se abalanza contra ti y te arrebata las riendas. Mientras, el supuesto guardia ha parado a tu mulo y te advierte que estás siendo víctima de un robo.
Abatido y algo magullado por el vano forcejeo con los ladrones, calmas a tu animal de carga acariciando su cabeza. A lo lejos, en la dirección para llegar a la ciudad, ves aproximarse a dos jinetes. Cuando llegan al puente puedes apreciar que son dos guardias de la Santa Hermandad y no puedes evitar lanzar una queja que te sale del alma: ¡A buenas horas, mangas verdes!

Existían desde la Baja Edad Media unos guardianes del orden, financiados por las ciudades y por algunos nobles, que se conocieron como la Santa Hermandad. Fue un cuerpo de soldados que iban en cuadrillas y vestía con casacas verdes, de ahí lo de «mangas verdes». Su misión principal sería la de evitar los delitos que se cometían extramuros; es decir, fuera del recinto de las ciudades.
Si no patrullaban las zonas de paso y no actuaban a tiempo, los delincuentes solían quedar impunes. Su ausencia en zonas donde más podían actuar los malhechores y su retraso fue objeto de crítica. Con ironía y buen humor se creó este lamento proverbial. Como su uniforme llevaba las mangas de color verde, daría lugar a ese dicho tan irónico cuando estos agentes llegaban tarde a la «escena del crimen»:
¡A buenas horas, mangas verdes!
Así, en su uso en el habla coloquial del español encontramos una intención estimativa e irónica. Se comenzó a usar para expresar que la resolución de un problema ya ha venido por otra vía. También cuando una ayuda no llega oportunamente y ya no tiene utilidad. Al usar este dicho de «a buenas horas mangas verdes» estamos criticando la tardanza o prestancia en atender necesidades o en solucionar los problemas.


