¿Sabía que no hace mucho se podía hacer feliz a una reina con sólo regalarle un clavel? Así fue en 1526 cuando el emperador Carlos I de España y V de Alemania se lo trajo desde Persia a su amada emperatriz, Isabel de Portugal. El regalo fue fruto de la diplomacia imperial.
El clavel, la idea de regalo de un emperador a su amada
Esa anécdota tan romántica se recoge en la serie de TVE Carlos, Rey Emperador. Esta producción televisiva pretendía ser la continuación de la exitosa serie Isabel, la reina. Sin embargo, no tuvo tan buena acogida como la producción sobre la vida de la reina católica. A pesar del esfuerzo de la productora Diagonal TV, responsables también de Isabel, y de RTVE por divulgar la historia de una época poco atendida por el cine y la televisión.‘Carlos, Rey Emperador’, la serie de RTVE
Aún así las críticas de expertos y de público, en general, han sido positivas por su trabajada recreación en vestuarios y decorados y por el gran trabajo de la mayoría de los actores. Las únicas pegas vienen por esa excesiva división en subtramas y por el ritmo lento, echándose en falta más acción.
Ver recreados a un Carlos I y a una Isabel de Portugal paseando por el patio de los leones en la Alambra, como dos enamorados embriagados por la belleza que les rodea, seguro que resulta grato a los amantes de la historia y al público en general. Es una de las escenas de la serie de TVE más sugerente. Un relato de amor que se resume en la felicidad que trajo el encanto de una flor de Oriente: el clavel.