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Origen del nombre Juan

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Fotograma de la película: “Iván el Terrible” de Sergei Eisenstein
Como María lo es para las mujeres, Juan es el nombre por antonomasia para el género masculino en el ámbito cultural latino o de raíces cristianas. Juan es de origen hebreo, como se piensa lo es María, aunque en este caso la procedencia etimológica está más clara, al provenir del hebreo Yôhannan, cuya traducción más correcta sería ‘El fiel a Dios’. Juan pasó a la cultura grecolatina con una pronunciación similar, Ιωvνης (Ioannis) y a través de la religión cristiana viajaría a la Europa oriental conservando la grafía antigua originando, curiosamente, otro nombre.

Origen del nombre Juan; el nombre Iván es Juan

Si tiene un amigo que se llame Iván quizás ni él ni usted sabían que su nombre es una derivación rusa, del ámbito cultural ortodoxo, del nombre latino Juan. Al conservarse las letras clásicas del nombre, se acabó pronunciando de otra forma y pareciendo otro nombre cuando se les puede considerar equivalentes. Juan = IVAN se escribiría con la clásica grafía latina; es decir, la I es la j y la V es la u de Juan. De esta manera tendríamos en Rusia y el mundo ortodoxo a Iván por Juan.

Iván el Terrible o Juan IV el monarca del Renacimiento ruso; el origen del nombre Juan

Según los ojos del observador de la Historia un personaje es terrible o es glorioso. Pasó con Iván el Terrible, zar de Rusia de 1547 a 1584, que en la historia tendrá asociado a su nombre, Iván, el apodo de “Terrible” al haber formado una guardia pretoriana que acabaría convirtiéndose en una casta social, los opríchnik. Estos guardias personales del zar se dedicaron a asesinar boyardos, los terratenientes feudales rusos, para consolidar el poder central del monarca, entorno a la capital rusa, Moscú.

De ahí le viene el sobrenombre, pues estos opríchnickacabaron siendo sus terribles verdugos para combatir al poder de los nobles y consolidar la monarquía. Para otros ojos, Iván IV es Iuan IV, uno de los monarcas más importantes de la Edad Moderna en Rusia para consolidar y crear el embrión del futuro Estado ruso.

De San Juan el Bautista a Juan Pablo II

El origen del nombre Juan. Este nombre además de ser uno de los nombres más aceptados entre los varones hispanohablantes, es el nombre de pila o el primer nombre de pila, que más han utilizado santos, religiosos y Papas en la historia. Hasta 23 lo llevaron oficialmente y tres de los llamados “antiPapas” también lo usaron. Entre estos últimos destaca un Juan XXIII (1410-1415, en el llamado Cisma de Occidente), que nada tiene que ver con el venerado y apreciado Papa Juan XXIII del Concilio Vaticano II (1962), iniciativa del Vaticano de modernizar y adaptar la Iglesia a los tiempos del siglo XX. No obstante, el Papa más recordado con ese nombre de pila sería el polaco Karol Woytila, que se proclamó como Papa con el nombre de Juan Pablo II.


Dando significado al mismo concepto del nombre Juan, ‘El que es fiel a Dios’, uno de los primeros juanes en dejar su huella en la Historia fue San Juan Bautista. El santo que bautiza al mismísimo Cristo en las aguas del Jordán, era Mesías y profeta (lo es de las tres religiones; judía, cristiana e islámica) antes que Jesús y era un asceta judío que predicaba y bautizaba al pueblo. Con el bautismo de Jesucristo se puede decir que le “traspasó” los poderes de mesías y predicador del “pueblo elegido» en la antigua Judea.

Entre los Comuneros de Castilla ajusticiados hubo un «Juan»; don Juan Padilla

Juan Nadie, John Doe

Una vertiente curiosa del nombre Juan es que se asocia al “hombre común”; es decir, Juan suele ser el nombre del ciudadano medio de cualquier lugar. Al inglés pasó con la variante Jack o John, siendo esta última la más usada y formal y la variedad de Jack la más informal y usada de manera más popular o coloquial.

Cuando se quiere dar una identidad “sencilla”, humilde, no destacar más allá de la condición natural, se opta por el nombre de Juan Nadie. La película de Frank Capra, “Meet John Doe”, traducida en España como Juan Nadie, con unos magníficos Gary Cooper y Barbara Stanwyck, trataba precisamente de un ‘hombre inventado’, de identidad manipulada.

Ante el despido masivo de trabajadores en una fábrica (esto les sonará, pero la película es de 1941), una periodista decide inventarse un personaje, un obrero de esa fábrica que desesperado anuncia con el seudónimo de John Doe, Juan Nadie, en una carta que se suicidará. El éxito editorial es tal para el periódico que deciden buscar a un vagabundo que se haga pasar por Juan Nadie. Finalmente este Juan se hará tan popular y querido, por sus valores humanos tan dignos, que el don Nadie pasará a ser don Juan, John el hombre.

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